En 1925, Harry Soref se convirtió en un icono reconocido en el ámbito de los candados. El artista del escapismo Harry Houdini visitó a Soref después de ser incapaz de quitarse un par de esposas. Soref le habló a Houdini sobre lugares estratégicos donde poder esconder las llaves de los candados entre los dedos y debajo de la lengua durante sus espectáculos.